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Debacle y renacimiento en Rusia

Diego Daniel García

La caída de la Unión Soviética, como es sabido por todos, fue absolutamente desastrosa para Rusia en lo que se refiere a la perdida de territorios, y por ende desastrosa para la causa Euroasiática, ya que esta causa es la creación y preservación de una civilización que sea la antítesis de la occidental. Pero también fue desastrosa en el área económica y social en general. En 1990, el PBI real ruso cayó un 3 %, y en 1991 otro 5%. Entre 1992 y 1996 la caída del PBI ruso fue impresionante, de un 43.5 %, una catástrofe que sobrepasó a la gran depresión de 1929 en EEUU. Según datos de Octubre de 1996, para ese entonces se generó una situación donde aproximadamente 44 millones de personas de una población de 148 millones habían caído por debajo de la linea de pobreza, definida en ese entonces como vivir con menos de 32 dólares por mes.

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La economía rusa tocó fondo con la crisis de agosto de 1998, en la que Rusia no pudo pagar las deudas internacionales, y donde muchos bancos colapsaron, habiendo una devaluación del rublo del 75%, y un gobierno ruso que como resultado de la crisis entró en bancarrota, lo cual entre otras cosas creó un gran aumento del desempleo, sobre todo entre las mujeres. La tasa de suicidios en Rusia se duplicó en los años noventa, y las muertes causadas por el alcoholismo, que pueden considerarse en algunos casos como otro tipo de suicidio, se triplicaron en esa década. La mortalidad infantil alcanzo niveles del tercer mundo en un país que fue la meca del comunismo. La alta mortandad de la población debido a la destrucción del bienestar económico y la seguridad social, sumado a la baja en las tasas de natalidad, hicieron que en la Federación Rusia, así como en otros países que conformaban la antigua Unión Soviética, la población decreciera.

El caso mas dramático fue el de Ucrania, donde se pasó de una población de 52 millones de personas a una población de 45 millones de personas en 2013, antes de la anexión rusa de Crimea. Sin dudas la caída de la Unión Soviética fue como el presidente ruso Vladimir Putin dijo, la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, no solo por lo que esto supuso para los pueblos que conformaban la Unión Soviética, sino porque la desaparición de gran parte del poder internacional de Rusia, que se basaba en su poderío económico y militar, y en la posesión de gran número de territorios que Rusia perdió, supuso para muchos pueblos perder un contrapeso frente al brutal capitalismo y a las políticas globalistas.

Los pueblos de Ucrania y Bielorusia, así como los pueblos de Moldavia y Georgia, son pueblos donde existen tanto minorías rusas como una cultura similar a la rusa para el resto, y deben ser considerados como territorios esenciales para la defensa del actual territorio de la Federación Rusa. Estos pueblos se separaron incluso aunque eso supuso volverse insignificantes a nivel internacional, tanto por su menor escala territorial y económica en relación a la Unión Soviética como un todo, y por la destrucción económica que trajo la desintegración de la Unión Soviética no solo en el territorio de la Federación Rusa sino en esos países, así como por las guerras que se desataron en Georgia y Moldavia inmediatamente después de la caída de la Unión Soviética, y las otras guerras en Georgia y Ucrania en los años posteriores.

En el caso de los países bálticos, si bien son países que históricamente han ido en dirección opuesta a los deseos de Rusia, y ahora forman parte de la OTAN, creen erróneamente que ser independientes de Rusia significa ser verdaderamente independientes, como si vivir bajo la sombra económica y cultural del capitalismo globalizador de Occidente fuera ser independientes. Mientras tanto, en los países con gran número de población musulmana que componían parte de la Unión Soviética, ha habido un resurgimiento del islam con su radicalismo. En otros países musulmanes que no pertenecieron a la Unión Soviética, la intervención de la OTAN ha creado un enorme crecimiento del poder de los movimientos islámicos extremistas.

En Afganistán, el apoyo de Occidente a los fanáticos islámicos para derrotar al gobierno marxista secular que había en Afganistán y a las tropas soviéticas que llegaron a Afganistán permitió el florecimiento de cosas como Al Qaeda. En Iraq, Siria y Libia, las intervenciones de Occidente y Turquía han creado un caos total al derrocar a gobiernos que si bien eran autoritarios, mantenían la estabilidad en esos países, y el resultado ahora es que esos países son un nido de grupos terroristas y han sido devastados por la guerra, sumado a que millones de personas de esos países deciden ir de a cientos de miles desbordando Europa y creando una crisis humanitaria y tensión a lo largo de ese continente.

Terminar el objetivo de construir un Estado ruso maduro en un espacio cultural ruso es absolutamente necesario hoy en día. Un Estado que no formará parte de una red internacional para el declive cultural y los intereses financieros, sino una entidad del Pueblo. Solo al darse cuenta de la necesidad de eso es la forma en que cualquier declive del pueblo ruso puede terminarse de una vez por todas, creando una base sólida sobre la cual el nuevo Estado pueda existir algún día en su etapa madura. Este es el primer principio para el renacimiento de Rusia. No darse cuenta de ese principio es la razón por la que la Providencia no permitió la victoria de la U.R.S.S en la Guerra Fría, sino su caída.

El hecho de no ver los problemas internos significó que todos los intentos por evitar el colapso del imperio soviético fueron en vano. En ese tiempo, el enemigo interno permaneció sin ser reconocido. Solo una pequeña fracción del potencial del Pueblo se mantuvo como resultado de la parálisis liberal infligida en el sistema político ruso. En 1991, la caída de la sociedad comunista no dio paso a un pueblo fuerte, ya que la fuerza interior desapareció. Las banderas de los Estados Unidos, el Vaticano y la OTAN se elevaron a medida que la fuerza interior y la auténtica voluntad de los rusos sufrían una enfermedad devastadora.

Tanto en Occidente como en los círculos liberales rusos, los enemigos de la humanidad trabajaron muy duro durante esos años para destruir a Rusia e imponer el liberalismo. La única resistencia al liberalismo provino de algunos sectores tradicionales de la sociedad rusa y de la competencia entre oligarcas grandes y pequeños. La clase comunista dominante no tenía idea de que estaba infectada con la enfermedad de las ideas liberales. Esto no solo se debió a las acciones occidentales, sino principalmente porque los regentes comunistas y la sociedad comunista ya llevaban las semillas de la decadencia liberal en su interior.

Los éxitos en acabar con el régimen comunista tuvieron consecuencias catastróficas. El crecimiento de los votos liberales en las elecciones legislativas anticipó el inminente colapso interno y externo. A pesar de toda la reestructuración que parecía ocurrir y las promesas de riqueza económica, la situación general se convirtió en una tragedia. Cualquiera que haya observado verdaderamente la línea de desarrollo político del imperio soviético no puede dejar de darse cuenta de que incluso cuando los pueblos soviéticos estaban bajo una bandera y con una creciente influencia internacional, su deterioro interno ya estaba allí. Los soviéticos entonces ignoraron la causa raíz de la enfermedad fatal en su sociedad. Sin importar lo que hicieron, sus esfuerzos fueron condenados a fallar porque solo vieron los síntomas de la decadencia general y trataron de combatir esos síntomas en lugar de la causa. Por supuesto, no todos los que se hicieron cargo de la política del Estado soviético eran malos o maliciosos por naturaleza, pero, independientemente de eso, es necesario establecer fe en una Rusia idealista para luchar contra la amenaza impuesta por las debilidades actuales del materialismo. Cuando los rusos abandonaron sus antiguos ideales para seguir las promesas materialistas prácticas de la Revolución e intercambiaron el crucifijo por un rifle, los rusos se encontraron no en un paraíso socialista, sino en una realidad de infinitas dificultades.

La gente no murió solo por la preocupación por su comida, sino por el amor a la Madre Patria, la creencia en su grandeza y el patriotismo. Si alguien puede defender ideales más altos, es fácil recordarle un momento en que el coraje fue el testimonio de la fuerza de los sentimientos patrióticos. No en vano la Gran Guerra Patria se llama como tal. Nunca debemos dejar de defender ideales verdaderamente fuertes. Los fracasos no deben distraernos de ese objetivo, ya que no podemos abandonar las leyes básicas simplemente porque se cometen algunos errores en su aplicación, y no podemos condenar todo avance solo porque todavía hay errores y dificultades a pesar de los mejores esfuerzos. Por esa razón, los individuos y la sociedad en su conjunto deben hacer lo mejor que puedan, y tratar de acercarse a la auténtica voluntad de un Pueblo. La dura realidad siempre limitará lo que buscamos alcanzar.

Pero eso no implica el abandono del deber del Pueblo de luchar contra las faltas que ven, de superar las debilidades entre ellos y de luchar por sus creencias. La gente no es tan ingenua como para creer que la sociedad perfecta para la existencia terrenal puede suceder como lo prometió el comunismo. Lograr esta sociedad perfecta es una premisa que este mundo, incluido el pueblo ruso, nunca podría poner en práctica y, por lo tanto, nunca estaría fuera del ámbito de la imaginación humana. Lo mejor que podemos hacer es una civilización sabiamente construida que permita a cada hombre honesto una existencia decente, como individuo y como miembro del Pueblo. La reconstrucción del poder internacional ruso, que se debe dar por medio del crecimiento y bienestar económico, el crecimiento demográfico, el aumento del poderío militar ruso, y el crecimiento territorial, es una tarea fundamental para los rusos.

Pero también es algo importante para todos los pueblos del mundo, ya que Rusia, con su enorme cantidad de recursos naturales, sus recursos humanos, y su poderío militar, es un bastión elemental desde el cual el universalismo liberal puede ser combatido. La diferencia entre lo que debemos denominar como patriotismo ruso y el nacionalismo ruso, es que el nacionalismo ruso se basa exclusivamente en las personas que son étnicamente rusas, mientras que el patriotismo ruso defiende los intereses de las etnias que viven dentro de las fronteras actuales de Rusia y dentro de las antiguas fronteras de lo que fue el antiguo Imperio Ruso y la Unión Soviética. El patriotismo Ruso, para ser eficaz, debe diferenciarse del nacionalismo, defendiendo no solo los intereses de la etnia rusa sino los intereses de otras etnias que viven dentro y fuera de las fronteras actuales de la Federación Rusa, manteniendo la unidad del pueblo y estableciendo alianzas con varios países del mundo, y esta alianza tiene como resultado no solo fortalecer a Rusia, sino establecer desde Rusia un polo contra-hegemónico que le permite a la humanidad luchar contra el universalismo liberal así como los otros universalismos, y ayudar a otros polos de otras regiones a hacer lo mismo.

Los acuerdos de Belavezha, del 8 de diciembre de 1991, junto con el posterior protocolo de Alma Ata, que pusieron fin a la Unión Soviética, deben ser considerados como ilegales y sin ninguna validez. La creación de una entidad confederativa, o sea la Comunidad de Estados Independientes, en lugar de la renovación de la estructura federal de la Unión Soviética, violaba directamente la voluntad de los votantes que en el referéndum del 17 de marzo de 1991 votaron por la permanencia de una estructura federal. El presidente de la URSS Mikhail Gorbachov y todos los demás participantes en las reuniones de Novo-Ogaryovo, conscientemente violaron las normas constitucionales fundamentales de la URSS.

La ley de la URSS del 27.12.1990 Nº 1869-1 "En lo que respecta a la votación nacional" (y por ende al referéndum de la URSS) tenía una disposición explícita en el carácter obligatorio de la decisión del referéndum para todas las repúblicas de la Unión Soviética, incluyendo las seis repúblicas de la Unión Soviética que no participaron en el referéndum del 17 de marzo de 1991. Los acuerdos de Belavezha fueron ilegales también debido a que la decisión de solo 3 repúblicas (Bielorusia, Ucrania y Rusia) no podía decidir el destino de todas las repúblicas de la Unión Soviética, esto solo lo podía hacer con la voluntad de todas las repúblicas, y esta voluntad solo podía ser convocada por un referéndum como el del 17 de marzo de 1991, o convocando al congreso de diputados del pueblo de la Unión Soviética.

Esto también hace ilegal al posterior protocolo de Alma-Ata del 21 de diciembre de 1991. La ratificación de los acuerdos de Belavezha, puesta en marcha el 12 de diciembre de 1991 fue hecha por una autoridad pública sin la autorización para hacerlo, el soviet supremo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Una vez que los acuerdos de Belavezha y el protocolo de Alma-Ata sean declarados como ilegales y sin ninguna validez, debe conservarse el status actual del gobierno de la Federación Rusa como estado sucesor de la URSS debido a que este estado concentra la mayoría de la población y recursos entre las repúblicas que pertenecieron a la URSS, sumado a que posee un gran numero de armas nucleares.

Como siguiente acto, Ucrania, Bielorusia, Moldavia, y la totalidad del territorio de la ex república socialista soviética de Georgia deben ser anexados por Rusia, debido a su proximidad cultural a Rusia en comparación a las otras ex repúblicas con grandes poblaciones musulmanas, así como por su importancia para la seguridad de la Federación Rusa y de las personas étnicamente rusas que viven en esos territorios, a lo que debemos sumar los recursos combinados de todas esas regiones, incluyendo los recursos humanos. La fuerza de un estado ruso de menos de 150 millones de personas será vista frente al mundo como menor a la fuerza de un estado de mas de 200 millones de personas. Una vez reincorporadas las regiones, se efectuará un referéndum para todo el territorio de Rusia, incluyendo los territorios reincorporados, para ratificar la anexión.

La independencia de los otros estados post-soviéticos debe ser reconocida por Rusia en el marco de un nuevo tratado legal, que ademas estipule la continuidad del lazo económico, político y militar con esas ex repúblicas soviéticas. A los países anexionados no se les debe conceder autonomía dentro de la gran unión, invocándose la seguridad nacional como motivo de esto y considerando a los países anexionados como fruto de un proceso ilegitimo y por ende dejando de reconocer su existencia. En cuanto a otros estados, la diferencia entre la cooperación de Rusia con gobiernos como el de Siria y La India, y la cooperación de Rusia con China e Irán, es que Rusia defiende la doctrina de los dos primeros gobiernos, la cual además de estar basada en una estrecha colaboración con Rusia, está basada en el rechazo al extremismo islámico, y en el caso de Siria, a pesar de tener un gobierno secular, el partido Baath encabezado por Al Assad esta dominado por los alauitas, un grupo con una religión que como se ha de ver es compatible con el verdadero cristianismo.

Mientras tanto, Rusia no defiende la posición ideológica de Irán, que está basada en el universalismo islámico, o la posición ideológica de China, similar al fascismo y claramente expansionista. La cooperación de Rusia con China e Irán solo tiene un fin estratégico pero no tiene ningún fin ideológico, por lo que Rusia no es aliada de China e Irán. Se debe usar la palabra “socio” para denominar aquellos países que sólo establecen su vínculo para algunos fines específicos pero no defienden la posición ideológica del otro y por ende no están verdaderamente ligados, ya que un socio es solo el enemigo de tu enemigo, pero no un amigo, como en el caso de Irán, mientras que un aliado es un amigo en el que puedes contar en el marco de una agenda ideológica. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética no era un aliado.

Artículo escrito exclusivamente para www.mundo24.info

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Diego Daniel García, es un antropólogo e historiador con especial interés en acontecimientos pasados y actuales relacionados con la gran historia de los pueblos eslavos y el cristianismo ortodoxo, y también la geopolitica actual con gran detalle en las consecuencias de eventos históricos y las condiciones en las esferas de influencia mundiales. Durante toda una década, trabajó como escritor, publicando títulos en ingles (bajo el pseudonimo Pyotr Volkov). El largo recorrido expresado a través de sus dos obras: “Horizontes de la cuarta Teoría Política” (2019) y “Geopolitica del Apocalipsis” (2020)· abarca desde las religiones antiguas, el desarrollo de la ortodoxia cristiana y filósofos contemporáneos como el polémico pensador ruso Aleksandr Dugin, con quien García mantuvo correspondencia, y cuya provocativa Cuarta Teoría Política es una invitación a la creación de nuevas alternativas en el camino hacia la salvación humana a través de la redención civilizatoria.

García es graduado en antropología por la universidad estatal de Uruguay y ha publicado artículos en idioma ingles y serbio para el famoso portal ruso geopolitica.ru.

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