No me sorprendería en absoluto que Putin, de acuerdo con el gobierno argentino de izquierda y a petición personal de Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández Kirchner, envie un contingente de la SPECNAZ a las Islas Malvinas, ocupadas desde hace tiempo por Gran Bretaña. Al mismo tiempo, podría armar a Argetnina con sistemas de armas que les permitieran expulsar definitivamente a los ocupantes británicos de las Malvinas y tomar el control de su territorio histórico.

 

Sólo un recordatorio de que la histérica Thatcher amenazó a Argentina con el uso de armas nucleares en su último intento de recuperar las Islas Malvinas ocupadas por los británicos para la administración argentina. A propósito, me pregunto si Johnson se atrevería a hacerlo ahora que Argentina tiene a la superpotencia nuclear Rusia a sus espaldas.

 

Después, Putin podría invitar a su territorio miembros de IRA, la organización armada de liberación que lleva décadas luchando contra la ocupación británica de Irlanda del Norte, para recibir un entrenamiento especial. Por supuesto, los armaría adecuadamente para que los ocupantes británicos prueben su propia medicina, que están recetando a Ucrania.

 

Entonces Putin podría apoyar los esfuerzos de España para liberar Gibraltar, la última colonia británica en Europa.

 

Porque a veces basta con una intervención o apoyo diplomático verbal, como en el caso de la nacionalización de Suez por parte de Egipto, cuando la entonces URSS apoyó diplomáticamente la acción de Egipto, lo que bastó para evitar que Gran Bretaña y Francia se atrevieran a intervenir militarmente contra la nacionalización.

 

El que siembra el viento puede cosechar el torbellino.