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Tucker Carlson y Europa

Recientemente, el periodista estadounidense Tucker Carlson efectúo una entrevista secreta a Vladimir Putin, la cual fue publicada a las 6 PM de ayer, en el horario de la costa este estadounidense. Esta entrevista hizo enfurecer a los jerarscas de la Union Europea, algunos de los cuales amenazaraon a Tucker Carlson con sanciones solo por el hecho de que el periodista intenta destruir el monopolio de la propaganda occidental sobre la opiníon pública europea. El presidente ruso hizo una extensa reseña de la historia europea y rusa. Ahora bien, la pregunta es: Porque estas reseñas históricas del presidente ruso son relevantes? La respuesta es la siguiente:

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debido a que la opinión publica en Europa y otros lugares del mundo esta fuertemente influenciada por acontecimientos históricos del pasado, mucho anteriores a la escalada de 2022 en Ucrania. Es necesario comprender que la división europea, especialmente la división entre Rusia y el resto de Europa, se fomenta cuando la opinión pública se utiliza como el arma más poderosa del enemigo.

Por lo tanto, a partir de pequeñas disputas e incidentes que surgen de condiciones reales como la situación en Crimea en 2014, o de hechos inventados como el incidente de Skripal o el ataque con gas de Douma en Siria, la OTAN y la Unión Europea montaron una máquina de propaganda dirigida a la división entre países que, por la naturaleza de sus intereses vitales se hubiesen vuelto cada vez más dependientes unos de otros.

Pensar una política exterior ambiciosa cuyo objetivo sea la unificación de la región Euro-Siberiana es importante también porque si ese objetivo no se logra, los representantes de los intereses liberales y de las potencias fuera de Europa y Rusia siempre tendrán la posibilidad de manipular la opinión pública, y al hacerlo, provocan incidentes pequeños o inventados que se convierten en justificaciones artificiales que avivan la división entre Europa y Rusia y la división entre todos los demás países europeos.

La forma en que la opinión pública se convierte en un arma se puede observar en la rapidez con la que se abordan asuntos pequeños cuando se guarda silencio ante los acontecimientos más graves como la acusación y encarcelamiento de Julian Assange, o cuando el ex presidente francés Sarkozy fue acusado de corrupción tras la supuesta ayuda financiera libia en su campaña presidencial.

Está claro que quienes están detrás de la manipulación de la opinión pública no desperdician ninguna oportunidad de aumentar y mantener su ofensiva propagandística contra Rusia, al mismo tiempo que utilizan esta guerra propagandística para encubrir aquellos acontecimientos que son de verdadera relevancia. La maquinaria propagandística de la OTAN que se remonta a la época de la Guerra Fría, lejos de haber sido desmantelada, todavía sigue vigente y sirve como un ejemplo extraordinario de control de masas.

Este fenómeno, que se remonta al comienzo de la Doctrina Truman y de la Guerra Fría; se mantiene vivo en forma de una perturbación artificial de las relaciones vitales europeas, y cuando la división entre Oriente y Occidente se fomenta una y otra vez entonces alcanza proporciones peligrosas y lo hará hasta que Europa y Rusia superen completamente sus separaciones artificiales, lo que sólo podrá ocurrir si Rusia toma conciencia de su objetivo último en Europa. Incluso las relaciones entre aliados de larga data, como la relación entre Rusia y Bielorrusia, no están completamente libres de fricciones, como lo demostraron los acontecimientos de 2020, cuando 33 personas fueron detenidas en Bielorrusia y acusadas de ser mercenarios rusos con la tarea de inmiscuirse en las elecciones de Bielorrusia.

Y luego, la opinión pública es nuevamente manipulada para perpetuar la idea de que la verdadera unidad europea es imposible y que una ruptura caótica en vínculos políticos, económicos y culturales vitales debe aceptarse como un destino ineludible. La actitud de los representantes europeos y la propaganda masiva encaminada a la disrupción sirven como mecanismo de adoctrinamiento, porque con ellos la opinión pública nunca aprenderá a prestar atención a los detalles que subyacen a cada acontecimiento político, ni tampoco aprenderán a ignorar disputas menores si es necesario y darse cuenta de la importancia vital de la unidad euro-siberiana (Europa y Rusia) en estos tiempos de angustia mundial.

Los distintos Estados europeos nunca tendrán por sí solos la fuerza para acabar con las actitudes políticas y la propaganda encaminadas a la confrontación con Rusia; y la confrontnación entre ellos mismos, y la razón de esto reside en parte en el proceso de adoctrinamiento que se lleva a cabo desde el inicio de la Guerra Fría, cuyo objetivo no es sólo el aislamiento de Rusia; sino la debilidad y dependencia europeas que surgen de ese mismo aislamiento que se pretende imponer contra Rusia.

La opinión pública es tan susceptible a la manipulación porque los representantes políticos europeos tanto en la OTAN como en Rusia, junto con aquellos bajo su liderazgo, durante muchos años no mostraron objetivos claros en la ejecución de su política exterior. Por parte de los países europeos que forman parte de la OTAN, creen correctamente que Rusia todavía carece de la fuerza suficiente para proteger los intereses europeos, pero no son capaces de darse cuenta de que las élites a cargo de Estados Unidos están en un proceso de desmantelamiento gradual de ese país, lo cual incluye su influencia extranjera.

A fines de la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos (en una profunda crisis económica y social) retiró miles de sus tropas de Alemania en una medida que se hace eco de la desintegración social, económica y militar de la URSS cuando el Pacto de Varsovia dejó de existir. Mientras que quienes se encargan de manipular la opinión pública citando constantemente los derechos humanos sólo hablan de pequeñas naciones amenazadas en Europa y el resto del mundo, en realidad sólo tienen en cuenta los intereses de las superpotencias.

No tienen ningún interés real en preservar el sustento de las naciones y minorías mientras eso no sirva como excusa para favorecer a los países que gobiernan el mundo. Como la mayor parte de Europa es sólo un protectorado de superpotencias extranjeras, no sólo se ataca a países como Rusia en su conjunto, sino también a personas e instituciones individuales, lo que naturalmente es esencial para manipular la opinión pública hasta tal punto que el carácter totalitario del liberalismo se vuelve plenamente evidente. 

Sólo se producirá un cambio fundamental en esta situación actual cuando Rusia consiga finalmente una mayor fuerza interior que se refleje en una política exterior euro-siberiana más ambiciosa, y sólo cuando las condiciones para ello sean las más adecuadas en el corto espacio de tiempo entre el colapso total de la talasocracia atlántica y la transición completa hacia una talasocracia china en el mundo.

Sólo cuando se cambien las relaciones de poder fundamentales en el mundo, es posible esperar que los actuales estados europeos se vean obligados a abandonar su hostilidad de la Guerra Fría hacia Rusia, y viceversa, una vez que la talasocracia atlántica (dirigida por E.E.U.U) implosione, Rusia se dará cuenta de lo importante que es la unificación euro-siberiana como un arma contra una futura China talasocrática.

Hoy más que nunca es necesario que el ciudadano medio de los Estados europeos y de la Federación Rusa cambie su opinión de una mentalidad obsoleta de Guerra Fría a una política exterior común euro-siberiana que satisfaga necesidades internas reales, ya que esas necesidades internas son sinónimo de lograr objetivos incondicionales, para la estabilidad de una civilización que libra su última batalla decisiva.

Sólo una estirpe de disolutos puede tener gran interés en una política exterior europea que, debido a su naturaleza irracional, carece de un objetivo claro para darle a Europa al menos algún tipo de futuro. La opinión pública cuando es manipulada hace que la ejecución de una política exterior europea coherente parezca una utopía o también una distopía, y para hacer lo mencionado anteriormente, las elites a cargo no sólo son capaces de manipular la percepción de los acontecimientos presentes o futuros, porque también han claramente manipulando la historia.

Cuando a la gente se le enseña la historia de otra nación de manera distorsionada o su propia historia nacional de manera engañosa, entonces lo único que podemos esperar es que una noción falsa sobre el pasado se convierta en una noción falsa sobre el presente y en una noción aún más falsa sobre el futuro. Cuando los monumentos a los soldados soviéticos sean destruidos a lo largo de toda Europa del Este, y la gente común comienza a pensar erróneamente que la Alemania nazi fue derrotada debido a los desembarcos del Día D y no porque sufrió el 80% de sus bajas contra la Unión Soviética, entonces esa gente creerá que toda Europa y Rusia son intrínsecamente malignas y débiles, por lo que necesitan la protección de una superpotencia más allá de sus fronteras.

De esa manera, todo el pasado, el presente y el futuro están sujetos a una máquina de mentiras cuyo objetivo es conducir a todas las naciones europeas por el camino de una confusión caótica y sin rumbo, porque cada Estado individual tiene su propia historia individual, reflejada en su su propio pasado particular, su presente y su propio futuro, y esa multiplicidad de caminos históricos se convierte en una de las principales armas de los enemigos de Euro-Siberia, que enfrentan las memorias nacionales entre sí.

En marcado contraste con China ahora y Estados Unidos cuando este último estaba en su época dorada, toda la memoria europea, en lugar de percibirse simplemente como historia compartida de una fuente común, se separa cada vez más para crear esquizofrenia cultural. Esa esquizofrenia cultural se induce en absolutamente todos los campos posibles, porque la división cultural basada en la separación nacional necesita también división ideológica, división espiritual, estratificación económica, chauvinismo lingüístico, cismas religiosos, arte humano sin valor, etc.

La opinión pública reflejó que los círculos internos, sean burgueses o marxistas, rusos o europeos, no habían aprendido nada del pasado porque toda la historia europea nos enseña que las divisiones dentro de Europa, incluida la división entre Rusia y el resto de Europa, sólo resultan en desgracia y las potencias extranjeras se aprovechan de ella. De las potencias exteriores y sus organizaciones títeres, no podemos esperar otras intenciones que las dirigidas a destruir Europa y Rusia, porque esas potencias exteriores saben muy bien que sólo Euro

Siberia posee la fuerza capaz de destruir el orden mundial liberal. La Unión Soviética, especialmente después de la política de “coexistencia pacífica” de Khrushchev, ya no fue capaz de influir positivamente en la opinión pública en otras partes del mundo. Stalin, a pesar de su brutalidad, fue ampliamente respetado fuera de la Unión Soviética después de que su política de “socialismo en un solo país” fuera abandonada por la fuerza debido a la Gran Guerra Patria, y tanto las victorias sobre la Alemania nazi como la creación de satélites comunistas en Europa y Asia despertó miedo y admiración en todo el mundo. En marcado contraste, la débil retórica de “coexistencia pacífica” de Khrushchev y sus sucesores creó la imagen de un Estado egoísta y débil incapaz de expandir su ideología e influencia, debido a una visión centrada únicamente en la Unión Soviética.

Cuando un Estado es visto como un renegado por su visión interior de las cosas, ignorando al resto del Mundo y queriendo simplemente restaurar viejas fronteras y zonas de influencia, es decir, de mantener una determinada situación, ese mismo Estado pierde toda admiración que pueda tener de la opinión pública de otros países, ya que siempre se considera que un Estado renegado carece de cualquier tipo de contenido ideológico útil y de carácter estable.

La Unión Soviética pudo influir positivamente en la opinión pública de otros países mientras su ideología e influencia se expandieron durante los últimos años de Stalin, pero después de que cualquier objetivo ambicioso de política exterior llegó a su fin con la muerte de Stalin, toda la opinión pública en ambos estados capitalistas y países comunistas como China, Cuba y Albania sólo veían en la Unión Soviética un país débil y egoísta. Mientras tanto, a los pueblos de la Unión Soviética bajo Khrushchev y sus sucesores les seguían haciendo creer que el resto del mundo tenía una buena imagen de ellos, cuando en realidad la Unión Soviética era considerada cada vez más como un “imperio antisocial”.

En cambio, desde su fundación en 1949, la OTAN siempre ha representado los mismos objetivos de política exterior, independientemente de a quién se le haya confiado el poder político en Washington, Londres, París y Bruselas. En cuanto a China, durante largos períodos de su milenaria existencia, ella exhibió objetivos de política exterior claros y duraderos destinados a proteger los intereses chinos. Esta estabilidad en la política exterior da una sensación de seguridad en la opinión pública tanto de los países aliados como de los enemigos, mientras que una política exterior en constante cambio se percibe como el primer síntoma de debilidad intrínseca, egoísmo y locura. Una vez que se establezca una política exterior común y duradera dentro de Rusia y de toda la gama de naciones europeas, la región euro-siberiana tendrá la posibilidad de regular permanentemente sus relaciones internas y luego sus relaciones con otras civilizaciones.

Los intereses propios pueden lograrse a través de un camino común euro-siberiano y no en la visión estúpida, egoísta e introspectiva de los pequeños países europeos “nacionalistas” por un lado, o de una Rusia que busque aislarse por el otro. Gradualmente, el resto de la humanidad también adquirirá una comprensión general de la política exterior estable, definida y segura de una civilización.

En el momento en que los objetivos de la política exterior ya no suponen la lucha por los intereses de una determinada civilización, sino la preservación de una zona de influencia pequeña o cercada, entonces los países y las civilizaciones empiezan a perder su capacidad de sobrevivir, en parte porque la opinión pública dentro y fuera de ellos percibe la debilidad de un organismo moribundo, que toma decisiones limitadas e incomprensibles.

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Diego Daniel García es graduado en antropología por la universidad estatal de Uruguay y ha publicado artículos en idioma ingles y serbio para el famoso portal ruso geopolitica.ru.

Durante toda una década, trabajó como escritor, publicando títulos en ingles (bajo el pseudonimo Pyotr Volkov). El largo recorrido expresado a través de sus dos obras: “Horizontes de la cuarta Teoría Política” (2019) y “Geopolitica del Apocalipsis” (2020)· abarca desde las religiones antiguas, el desarrollo de la ortodoxia cristiana y filósofos contemporáneos como el polémico pensador ruso Aleksandr Dugin.

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