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¿Será Da Silva más complaciente con Rusia?

Valery Burt

La vida en Brasil, sacudida por las recientes manifestaciones masivas, vuelve lentamente a la normalidad. Pero los tumultuosos sucesos acaecidos justo después de Año Nuevo en el país más grande de Sudamérica darán que hablar durante mucho tiempo.

Recordemos que Lula da Silva, de 77 años, líder de la coalición socialista, ganó las elecciones presidenciales brasileñas. Derrotó al populista de derechas Jair Bolsonaro, de 67 años, por un estrecho margen para convertirse en el tercer presidente de Brasil.

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Pero Bolsonaro no reconoció su derrota, dijo que "el sistema de votación electrónica de Brasil es propenso al fraude" y exigió que se anularan algunos votos. El Tribunal Supremo Electoral del país rechazó la solicitud y multó a los promotores.

Tras la toma de posesión de da Silva, las pasiones se encendieron y la gente salió a la calle. Estallaron disturbios y los partidarios de Bolsonaro y quienes se les unieron comenzaron a ocupar edificios gubernamentales. En particular, personas armadas con palos y piedras irrumpieron en el Parlamento y el Tribunal Supremo y comenzaron los disturbios.

Las acciones de los manifestantes han sido condenadas en muchos países del mundo, incluida Rusia. La presidenta del Consejo de la Federación, Valentina Matviyenko, escribió en su canal de Telegram: "Estoy seguro de que, gracias a la alta autoridad política de Lula da Silva, se superarán rápidamente las consecuencias de los disturbios y se preservará la estabilidad política interna y la unidad nacional del país". Recordó que da Silva había contribuido significativamente al desarrollo de las relaciones bilaterales con Rusia durante su presidencia, de 2003 a 2010, y que se le considera, con razón, uno de los fundadores de los BRICS.

Muchos se inclinan por ver una huella estadounidense en lo ocurrido. Más o menos el mismo escenario se produjo hace dos años, cuando los partidarios de Donald Trump asaltaron el Capitolio en enero de 2021 para acceder a la sede del Congreso. Fue un intento de impedir la confirmación de la victoria de Joseph Biden en las elecciones presidenciales.

Bolsonaro ha sido comparado con Trump: es igual de excéntrico. Significativamente, antes de la toma de posesión de da Silva, Bolsonaro visitó la residencia privada de Trump en Mar-a-Lago. "Esto sugiere además que las protestas en Brasil son una especie de 'hola Sudamérica' desde Norteamérica", afirma el columnista Pavel Dubravsky. Recordó que Bolsonaro ha sido llamado a menudo el "Trump de los trópicos".

Pero tras el fracaso de las protestas, Bolsonaro las denunció.

El ex presidente boliviano Evo Morales también cree que EE.UU. estuvo implicado en los sucesos de Brasil, pero los ve desde una perspectiva diferente: "La política de EE.UU. fracasa cuando un imperio declina, recurre a la violencia, cuando un imperio pierde la hegemonía, recurre a las armas y las balas..."

Morales recordó que, a principios de diciembre, un tribunal condenó a la vicepresidenta argentina, Cristina Kirchner, a seis años de prisión en un caso de corrupción y la suspendió de por vida del ejercicio de cargos públicos.

En los mismos días, el presidente en funciones de Perú, Pedro Castillo, disolvió el parlamento, que debía considerar su destitución por tercera vez. No obstante, los diputados se reunieron y decidieron destituir al Jefe de Estado. Castillo fue detenido y acusado de organizar una rebelión y extralimitarse en sus funciones. El poder pasó a manos de la vicepresidenta peruana, Dina Boluarte.

Morales considera que los sucesos de Argentina, Perú y Brasil son eslabones de una misma cadena.

En 2017, Morales también llamó la atención sobre el hecho de que varios líderes sudamericanos fueran diagnosticados repentinamente de cáncer. Da Silva, el entonces ex mandatario de Brasil, la actual líder de ese país, Dilma Rousseff, el ex presidente de Paraguay, Fernando Lugo, fueron líderes que pudieron recuperarse, pero Hugo Chávez no...

La victoria de los socialistas en Sudamérica suele considerarse casi una tendencia. En Venezuela, el sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, está en el poder. En México, López Obrador, líder del movimiento Resurgimiento Nacional, asumió la presidencia en 2018. El año pasado, un representante de las fuerzas de izquierda, el ex rebelde Gustavo Petro, tomó por primera vez las riendas de Colombia. Es poco probable que el pequeño país de Honduras tenga mucha influencia en la política mundial, pero también aquí ha llegado al poder una izquierdista, Xiomara Castro. En Chile, el hijo de inmigrantes croatas, el socialista Gabriel Boric, de 36 años, ocupa el más alto cargo gubernamental.

No cabe esperar que estos y otros políticos latinoamericanos de izquierdas se conviertan en enemigos de Estados Unidos. Más bien, tendrán que maniobrar. Pero no se puede esperar que se muestren más complacientes con Rusia.

Fuente: https://www.fondsk.ru/news/2023/01/14/da-silva-povernetsja-licom-k-rossii-58209.html

 

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