Por lo tanto, no se puede ignorar que en las confrontaciones electorales juegan un papel importante las estructuras de poder factico, que sin presentarse a las elecciones condicionan y tienen el poder real para dirigir la vida social y política.

En este terreno de juego, las fuerzas de progreso, de izquierda transformadora, pueden llegar a obtener victorias electorales, en la medida que sean capaces de conjugar aparecer ante el pueblo como una esperanza para resolver los problemas que genera la crisis, al tiempo que son capaces de presentar candidaturas con suficiente carisma para superar los bloqueos mediáticos.

La combinación de ambos factores puede llevar, y de hecho ha llevado, a la jefatura del Gobierno a líderes/as progresistas, incluso de izquierda transformadora, aunque si miramos bien los resultados, comprobamos que es más difícil conseguir mayorías parlamentarias amplias en favor de partidos progresistas que conseguir la victoria en las presidenciales. Esto es porque en las elecciones parlamentarias tienen más influencia los poderes fácticos regionales y locales que los líderes nacionales.

Dicho esto, una vez conseguida la victoria electoral, las fuerzas progresistas se enfrentan a una cuestión, que por mucho que se repite, parece no ser asumida, como es que ganar unas elecciones y poder formar un gobierno no garantiza tener el poder real.

De esta manera una vez alcanzado el gobierno, si no se plantea cómo alcanzar el poder real, es muy difícil que un gobierno progresista esté en condiciones de responder a las expectativas de mejoras sociales y económicas formuladas ante el pueblo por los candidatos progresistas. Los incumplimientos llevan a una frustración social y política que abre paso a líderes populistas tipo Milei, o Bukele.

Empieza a ocurrir en América Latina una cuestión que ya ocurría desde hace años en Europa, en la medida que se deje en manos de la extrema derecha populista el discurso impugnatorio de unas formas de hacer política cada vez más alejadas de los pueblos.

Este error hace que una parte importante del Pueblo centre su frustración en la política, buscando quién lo salve de “los políticos”, en lugar de centrarlo en el sistema social y económico causante de sus problemas, buscando quién lo libere de ese sistema.

Con estas valoraciones, el resultado de las primarias argentinas, despojándolas de cuestiones locales, nos puede llevar a plantear algunas cuestiones sobre las que las fuerzas progresistas de izquierda transformadora tenemos que reflexionar conjuntamente:

1- Es necesario tener claro que, una vez alcanzado el gobierno, es imprescindible conseguir el Poder real, así, con mayúsculas, mediante Procesos Constituyentes que permitan cambios estructurales que desmonten a los poderes fácticos que sin presentarse a las elecciones, dominan la vida política y social.

De esta manera, los gobiernos progresistas no solamente estarían en condiciones de mejorar las condiciones materiales de vida de los pueblos, sino que podrían disputar con éxito la hegemonía ideológica al pensamiento y escala de valores neoliberales.

2- Es necesario entender que el pueblo no puede esperar más tiempo para ver resueltos sus problemas de subsistencia diaria, de manera que, tratar de resolver esta contradicción de estar en el gobierno, pero no tener el poder real, no puede hacernos olvidar la necesidad de cumplir los compromisos electorales, dando respuesta a las necesidades materiales de los pueblos. Ello significa priorizar acciones de gobierno que permitan que el pueblo sienta directamente mejoras, fruto de las políticas progresistas.

De esta manera, el objetivo es conseguir en el corto plazo, dar respuesta a los compromisos electorales de mejora de las condiciones de vida de quienes sufren directamente la crisis, y plantearse cómo estar en condiciones para avanzar hacia una hegemonía cultural e ideológica de valores solidarios y comunitarios; lo que nos debe llevar a estar en condiciones de que el pueblo entienda que los problemas económicos, sociales, e incluso de seguridad que sufren en su día a día, no tiene solución dentro del mismo sistema capitalista que los ha creado, y que por tanto, estamos ante una crisis sistémica. Crisis, cuya solución tiene que venir de la construcción de una alternativa a este sistema capitalista, una alternativa que ponga al Pueblo en el centro de toda acción política, y que sea la verdad de las cosas la que determine el éxito de tal o cual política, es decir construyendo un socialismo adaptado a las características de cada región.

Desde estas argumentaciones, vengo a plantear algunas ideas sobre los retos que tenemos que afrontar y debatir en los próximos meses:

1- Tomar conciencia de que solamente acelerando una integración territorial, que ponga en común de forma solidaria los importantes recursos y riquezas naturales que tiene cada región, se pueden acumular recursos suficientes para construir un modelo productivo que permita mejorar las condiciones de vida de los pueblos y fortalezca las políticas sociales avanzadas sin depender de los poderes económicos al servicio del gran capital que boicotean cualquier política transformadora.

En este objetivo, para América Latina y el Caribe se recomienda que se relea y actualice el documento elaborado por el foro de Sao Paulo, llamado “El consenso de nuestra América”, porque puede ser un magnífico punto de partida, siempre que deje de ser un documento teórico y empiece a ser una guía práctica para la acción de gobierno.

2- En relación con la necesidad de dar la batalla ideológica, es imprescindible referenciarse en la proclama de Fidel Castro sobre la batalla de las ideas, proclama por cierto que no fue solo un discurso teórico, sino que estuvo acompañada desde el primer día con la creación de una estructura que la pudiese desarrollar.

Desde esta referencia es necesario reflexionar sobre cómo pasar de una fase en la que cada año celebramos, diversos Encuentros, Foros, Seminarios, que nos sirven para intercambiar ideas y experiencias, que terminan con solemne Declaraciones Finales y acertados Planes de Acción, pero que raramente se llevan a la práctica porque se olvida lo que Fidel Castro tenía muy claro, que las ideas y propuestas, que no se organizan, por muy importantes y profundas que sean, caen en el vacío y que por lo tanto es necesario plantearnos cómo dotarnos de mecanismos de comunicación y coordinación que vayan más allá los encuentros, foros o seminarios, un mecanismo que permita organizar esta batalla de las ideas.

De forma especial, en referencia a la Batalla de las Ideas, es imprescindible recuperar, para ponerlas en práctica, las conclusiones del importante encuentro de revista y centro de pensamiento, celebrado recientemente en La Habana Cuba, organizado por Cuba socialista, porque en sus conclusiones está en gran medida la hoja de ruta para dar la batalla ideológica qué la historia necesita.

Como punto final de esta reflexión, se plantea reconocer que las situaciones que se viven Europa y América Latina aun siendo muy diferentes, tienen en común la necesidad de tomar conciencia de que el problema base de posibles avances de las derechas, no está en el campo electoral, sino en la necesidad de la disputa por la hegemonía ideológica y que por lo tanto las soluciones no pueden venir solamente desde tácticas electorales, sino que tienen que tener como base la batalla ideológica, la batalla de las ideas, que derrote ante nuestros pueblos los valores y principio del capitalismo, ya sea en su cara autoritaria o en la liberal.

Porque mientras estén arraigados los valores consumistas, individualistas, patriarcales, etc., será muy difícil, por no decir que imposible, plantearse procesos verdaderamente transformadores y que para esta batalla hacen falta contar con un espacio informal, pero reconocido colectivamente, de encuentro e intercomunicación que permita pasar del debate a la acción coordinada.