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El desafío económico latinoamericano

Existe un tipo de inestabilidad macroeconómica que nace en el hecho de que el capital puede fluir de una región del mundo a otra, y este puede abandonar los países ya sea por una demanda cambiante o nuevas tecnologías que afectan negativamente los mercados, porque los sindicatos se vuelven demasiado fuertes, por problemas sociales y de infraestructura, etc., lo que hace a un país o región menos deseable para la inversión, siendo el resultado la fuga de capitales.

Si los sindicatos o el Estado presionan a favor de los salarios y las condiciones de trabajo, o la regulación en otros aspectos como el medioambiental, las empresas pueden moverse hacia cualquier parte del globo, por ejemplo a regiones donde los salarios son notoriamente más bajos, donde las condiciones laborales son peores para la fuerza de trabajo, y donde la regulación en otros aspectos es más flexible.

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De acuerdo a Rafael Muñoz de Bustillo Llorente, la evolución del Estado de bienestar en las sociedades desarrolladas esta caracterizada sobre todo por un aumento en la presencia del sector público en la economía y la seguridad social, si la comparamos con la que existía en el siglo XIX. Los gastos públicos, en opinión de muchos analistas, serían en gran parte responsables de la estabilidad social manifestada por los países desarrollados, así como su buen comportamiento económico.

La libertad de circulación del capital empresarial hace que sea más difícil gravar al capital empresarial para el Estado, y los trabajadores se ven impelidos a cargar con una parte aún más grande de la carga fiscal necesaria para financiar el gasto público (Manuel Costa Vallés, 2005). Puesto que incrementar en exceso la presión fiscal sobre el factor trabajo genera una disminución excesiva de los incentivos para trabajar, es previsible que el gobierno se vea bajo coerción de reducir el gasto público, y por ende el gasto social. La producción just in time incrementa la vulnerabilidad del capital frente a las interrupciones en el flujo productivo, y aumenta así el poder de negociación de los trabajadores, basándose en la acción directa en el lugar donde se produce.

Y esto se aplica no solo a las industrias just in time, sino también en los sectores del transporte y las comunicaciones, de cuya fiabilidad depende ese método de producción. (Beverly J. Silver 2003). De todos modos, la demanda agregada es empujada hacia la baja y se genera sobreproducción, ya que una parte insuficiente de las riquezas son destinadas a los salarios (los trabajadores son desde el punto de vista de los capitalistas tanto un costo a reducir como la fuente de demanda de bienes y servicios). Los capitalistas deben abaratar el costo de la fuerza de trabajo para producir más bienes y servicios que vender en el mercado, debiendo utilizar parte del capital para la expansión de sus empresas, ya que esto las vuelve más agresivas y competitivas en el mercado, lo cual implica más inversión para la producción de bienes y servicios (incluyendo bienes de capital), lo cual no va a parar a los salarios de los trabajadores.

A lo anterior debemos sumar que la productividad va en aumento gracias a un desarrollo tecnológico cada vez más vertiginoso, lo cual aumenta la oferta capitalista cada vez más, mientras los salarios se mantienen congelados. Esto da origen a una demanda agregada insuficiente y a la sobreproducción, ya que la oferta agregada no puede ser contrarrestada con la demanda de bienes y servicios, llevando a la perdida del valor de los bienes y servicios producidos en la economía, y al consiguiente aumento del desempleo, congelamiento de los salarios, y una presión a la baja sobre los ingresos del Estado. Todo lo anterior genera un círculo vicioso, ya que da lugar a una nueva disminución de la demanda agregada.

Al dependerse de los ahorros privados como fuente de inversión, y de las tasas de interés sobre los mismos, se acumulan grandes cantidades de capital que al final no pueden ser reinvertidas productivamente por los inversores, generando exceso de ahorro. Ante el exceso de ahorro, el inversor privado puede perder la confianza de que si sigue invirtiendo obtendrá la tasa de beneficio que considera adecuada, siendo esto la principal fuente de inestabilidad en el capitalismo. La confianza de los inversores es a la vez dependiente de la confianza de los consumidores, la cual si es mayor significa que los consumidores hacen más compras y ahorran menos, mientras que si el optimismo de los consumidores ante la situación económica es menor, ellos gastarán menos y ahorrarán más.

Los inversores privados no tienen la información suficiente para saber cuál será la disposición de los consumidores a la hora de realizar sus gastos, así como los consumidores tampoco saben cuáles serán sus disposiciones en el futuro a la hora de gastar. Ante el exceso de ahorro, los inversores tienen 3 opciones: prestar los fondos a determinados gobiernos, quienes los devolverán con intereses, utilizarlo para actividades especulativas improductivas (como en el mercado de acciones, los precios del suelo, etc.), o sencillamente conservar sus ahorros y no invertirlos.

En los dos últimos casos, el resultado es que sufra la demanda agregada, ya que debido a que el inversionista no tiene la expectativa de recibir un adecuado retorno por sus inversiones, no invierte en nuevos proyectos productivos, y el resultado es el aumento del desempleo, desempleo que genera una nueva disminución de la demanda agregada, generando el ya mencionado círculo vicioso.

Ocurre que los inversores deben tener la suficiente confianza de obtener un adecuado retorno de sus inversiones, y esta confianza se ve afectada por diversos factores, como una demanda cambiante, el cambio tecnológico, problemas sociales y políticos, etc. La baja demanda agregada, y la dependencia en el nivel de confianza de los inversores privados, es lo que hace que se acentúen los ciclos económicos del capitalismo, lo que termina generando un desempleo cíclico en el corto plazo. Esto es debido a que en los contratos laborales los salarios no se ajustan con la rapidez suficiente a los cambios en la demanda agregada, y la salud de la economía se deja a merced de las expectativas de inversores privados con intenciones que chocan con el desarrollo humano sustentable de un país en su conjunto.

Como es sabido, la misma crisis capitalista da lugar a una nueva etapa de crecimiento al largo plazo, debido a la destrucción de las fuerzas productivas que las crisis generan, al eliminar la sobreproducción capitalista. De todos modos, al largo plazo se percibe otro efecto, que consiste en que no se disfrute del crecimiento económico que pudo obtenerse, si el mismo no fuese destruido por la sobreproducción y las crisis de confianza en el corto plazo, antes de que se llegase a una situación de ajuste por los propios mecanismos del mercado. Se necesita que la economía crezca continua e indefinidamente para evitar que se genere una situación desfavorable a la inversión, y que por ende el crédito para las inversiones productivas se detenga debido a la falta de confianza.

Los cambios en la organización empresarial introducidos por el nuevo modelo de acumulación, supusieron la descentralización fabril (un núcleo central, y una multiplicidad de unidades dispersas, subordinadas, terciarizadas), mientras se mezclan trabajadores estables con trabajadores eventuales que trabajan por períodos parciales y muchas veces de forma desregulada, trabajadores en negro, y personas que trabajan en pequeñas unidades como en el caso del trabajo autónomo y a domicilio. Se conforma una gran periferia de trabajadores que cuentan con empleos discontinuos y menos remunerados, y que trabajan en condiciones precarias, lo cual está vinculado a la expansión de formas de trabajo a período parcial, la flexibilización de las condiciones laborales, la expansión del sector de servicios, el trabajo en pequeñas unidades, el uso de subcontratistas, etc.

Esto desarticula al movimiento obrero con la atomización de los trabajadores, movimiento conductor de movilizaciones y reclamos, e importante fuente de presión para el Estado y las empresas. La automatización hace que los puestos de trabajo en el sector industrial sean menores, pero hay simultáneamente un crecimiento del sector de servicios, viniendo en aumento un tipo de proletariado vinculado a las actividades en este sector, que suele trabajar por períodos parciales y en forma precaria y desreglamentada.

Sumado a esto, se suele recurrir al trabajo de las mujeres y de los niños, sectores más vulnerables que deben recurrir al trabajo como forma de subsistir, ya que en las sociedades modernas se borra el modelo de familia tradicional basado en una profunda división de tareas entre hombres, mujeres y niños. corto plazo, antes de que se llegase a una situación de ajuste por los propios mecanismos del mercado.

Se necesita que la economía crezca continua e indefinidamente para evitar que se genere una situación desfavorable a la inversión, y que por ende el crédito para las inversiones productivas se detenga debido a la falta de confianza.

Escrito exclusivamente para www.mundo24.info y www.mundo24.online  

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Diego Daniel García es graduado en antropología por la universidad estatal de Uruguay y ha publicado artículos en idioma ingles y serbio para el famoso portal ruso geopolitica.ru.

Durante toda una década, trabajó como escritor, publicando títulos en ingles (bajo el pseudonimo Pyotr Volkov). El largo recorrido expresado a través de sus dos obras: “Horizontes de la cuarta Teoría Política” (2019) y “Geopolitica del Apocalipsis” (2020)· abarca desde las religiones antiguas, el desarrollo de la ortodoxia cristiana y filósofos contemporáneos como el polémico pensador ruso Aleksandr Dugin.

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