Argentina y Milei

Omar Rafael García Lazo 

Los resultados de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en Argentina han tenido un singular impacto mediático y político. 

La causa del revuelo es la victoria del ultraderechista Javier Milei, candidato por la coalición La Libertad Avanza, que, al combinarse con el preocupante resultado de la alianza gobernante Unión por la Patria (tercer lugar detrás de la también derechista Juntos por el Cambio) vaticina un escenario electoral complejo en un momento político y social definitorio para el país.

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Las heridas que el neoliberalismo ha abierto y aquellas que ha profundizado; las secuelas sociales de la pandemia; la desilusión frente a las políticas truncas o sin resultados del actual gobierno y las promesas incumplidas han incubado un alto grado de insatisfacción social en el país.

En este momento, más de un 60 por ciento de los argentinos dicen sentirse decepcionados con la situación, desencanto que toca con fuerza al actual ejecutivo.

La inflación, el crecimiento de la pobreza, el incremento de la delincuencia y de la violencia son temas recurrentes que castigan el diario vivir sin que se aprecien medidas concretas y profundas. Llover sobre mojado parece el destino. El regreso del FMI a la agenda económica del país es un tenue reflejo de lo que viven o perciben los argentinos: más de lo mismo.

Lo anterior explica en parte el ascenso de un político como Javier Milei, un economista y parlamentario que ha entrado en el juego político sin que lo limiten cordones umbilicales visibles con lo que él llama la “casta”, término en el que engloba las expresiones políticas tradicionales argentinas: el peronismo en sus variantes, incluida la kirchnerista, y el antiperonismo, donde anida la derecha más conservadora. Su discurso de aparente ruptura llega en un momento en que mucha gente anhela cambios.

Su narrativa tiene dos pilares fundamentales. En lo económico anuncia medidas ultraneoliberales, y en lo político-social sus apuestas rozan el fascismo. Pero en un escenario de crisis multidimensional, incluso, como afirma Ignacio Ramonet, de crisis epistémica, Milei, como todo fascista medianamente exitoso, aprovecha, para vender bien sus propuestas, el pesimismo, la incertidumbre y el escepticismo en la sociedad, junto a la estela pseudocultural del neoliberalismo, acrecentada en la era digital. 

Que un político argentino reivindique a Carlos Saúl Menen llama la atención, pero no sorprende. El menemismo y el neoliberalismo siguen vivos en ese país y gozan de buena salud. Pero que un político con aspiraciones presidenciales señale como parte de sus referentes políticos a Ronald Reagan y Margaret Thatcher parecería casi suicida. Sin embargo, la crisis argentina es tan profunda que esta alusión de lesa patria le ha sido perdonada. 

Debemos recordar que la Dama de Hierro dirigía el gobierno del Reino Unido durante la traumática y criminal Guerra de las Malvinas, mientras que Reagan soslayó sus cacareadas responsabilidades para con la región, olvidó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y apoyó la postura colonial de Londres contra Argentina.

En política exterior Milei no dice nada nuevo, salvo los énfasis y los sintagmas grandilocuentes. Ha dicho que no promoverá los vínculos con países comunistas y pone en la lista a China, Cuba, República Popular Democrática de Corea, Venezuela y Nicaragua, y respecto a Rusia, ¡qué sorpresa!, dice obviamente que respalda a Ucrania. Estados Unidos e Israel, dijo, serán sus aliados.

Milei es parte de un fenómeno político que tiene como causa la profundización de la crisis global del sistema capitalista. Crisis que no solo es económica, climática, financiera y social, sino que toca de manera dramática los valores humanos, debido también a una progresiva y sostenida crisis epistémica, de la información y de la democracia, como afirma Ignacio Ramonet en su libro La era del Conspiracionismo.

Casos como Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil o José Antonio Kast en Chile, reflejan en sus singulares escenarios, patrones comunes de actuación. Por cierto, Milei ha mostrado su afinidad con el estadounidense y el brasileño, mientras que Kast felicitó al argentino tras el resultado de las PASO.

Otro ángulo del asunto es la situación de las fuerzas progresistas y de izquierda. Algunas de ellas, neutralizadas, debilitadas o aniquiladas, obligadas por la fuerza de los acontecimientos y/o sus propias concepciones o errores a aceptar las reglas del juego, y conscientes en algunos casos de la falaz democracia construida por el sistema, no logran conectar con las masas al margen de que si las reconocen o no como sujetos en la lucha; ni consiguen construir de conjunto un programa alternativo que viabilice soluciones concretas y les garantice el liderazgo.

Luego, ese vacío es aprovechado por estas expresiones ultraderechistas que capitalizan el cúmulo de resentimientos, necesidades y decepciones sociales, a pesar de que ellos, con sus agendas, no mitigarán un gramo de las angustias populares. Y es esta contradicción la que ha sido insalvable para parte de las izquierdas regionales. Y es eso, a grandes rasgos, lo que vemos en Argentina.

No obstante, el candidato de La Libertad Avanza no tiene la victoria asegurada. Según diversos analistas, aún las distintas expresiones del peronismo kirchnerista que rodean la candidatura de Sergio Massa cuentan con recursos para revertir la situación.

Las maquinarias electorales del peronismo en las regiones que se activarán con más ahínco para las elecciones de octubre, los esperados desembolsos del FMI y las medidas antiinflacionarias y asistencialistas están dentro del arsenal de acciones que Massa, en su doble condición de Ministro de Economía y candidato de la Unión por la Patria, tiene para lograr recuperar votos, demostrar capacidad de gestión, asegurar la coherencia de su discurso y regresar la confianza a un electorado histórico que, a pesar del desencanto y frente al fascismo en ciernes, pudiera facilitarle el paso a la segunda vuelta y una eventual victoria frente a Milei, casi seguro contrincante en el balotaje.

Pero aún si en octubre ganase Massa, al otro día de la victoria, el fascismo seguirá allí, latente, porque inalterables pudieran seguir sus causas.

Fuente: https://espanol.almayadeen.net/articles/1730108/argentina-y-milei

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